Para la Ayuda no hay Fronteras
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A Christine Guth le gusta tejer. Christine Guth quiere mejorar su español.
Entonces cuando Christine se enteró acerca del programa el “regalo de Martha” (Martha’s Gift), ella decidió asistir.
El regalo de Martha es un grupo de mujeres hispanohablantes, que se reúne los miércoles en el Centro de salud comunitario Vista. Las mujeres tejen, cosen y hacen crochet. Ellas hacen cobijas para dárselas a los bebés recién nacidos de los pacientes del Centro de salud Vista y Maple City. El nombre del grupo es en honor a Martha Burger, quien confeccionó y donó cobijas para bebés por muchos años.
Christine estaba muy consciente de que se estaba metiendo en un grupo de amigas sólidamente establecido, y estaba preocupada de que le vieran como una “agua fiesta”.
Pero las mujeres intentaron comunicarse con Christine y fueron pacientes mientras ella intentaba responderles.
“Seguí asistiendo a pesar de que a menudo sentía como que me imponía”, Christine admitió. “Me sentí como un pez fuera del agua porque no podía seguir la conversación tan rápida y porque no podía distinguir que es lo que pensaban de tener a esta anglo en medio de ellas”.
Además de incluir a Christine en su elaboración de cobijas, las mujeres hispanohablantes la incluyeron a la celebración de cumpleaños e compartieron entre ellas acerca de los eventos de la vida.
Durante una de las interacciones de apertura, Christine le dijo al grupo que enfrentaría una cirugía. Abby Cervantes, una pastora y coordinadora del grupo dirigió el grupo en oración para Christine.
“Unos días después, me encontré en un cuarto del hospital esperando ansiosamente la cirugía con mi esposo y un amigo”, dijo Christine. “No tengo más familia en el área y mi pastor estaba enfermo”.
Completamente preparada para la cirugía y con una enfermera ya empujándola en una camilla hacía la entrada, Christine estaba sorprendida cuando tres de las mujeres del regalo de Martha entraron como ráfaga al cuarto.
“Era como una erupción de felicidad y amor”, dijo Christine. “Ellas me trajeron rosas y una carta con notas de todas. Ellas me inundaron con besos y abrazos. Mis sentimientos de preocupación fueron reemplazados por alegría y cariño.”
Unas pocas semanas después, Christine subió con cuidado las escaleras a la planta del segundo piso de la casa grande de Vista. El burbujeo del español y la música de las risas la saludo cuando pisó las escaleras y regresó al lugar al que pertenece.