Tratar de sentir los medicamentos
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«¿Puedo enseñarle mis hijos?» pregunta María, sacando su teléfono. «Les encanta la música.»
María y yo nos hemos reunido varias veces durante los últimos meses. Cada vez, revisamos la avalancha de papeleo del gobierno que le llega en su correo, sobre sus gemelos, niños de la edad de ocho años con autismo. Apenas se les aprobó a Santiago y Aarón para la exoneración de pago de Medicaid (un proceso tortuoso que mi compañero de trabajo empezó hace casi un año—incluso antes de que yo viniera a Vista), lo cual les permitirá a cada uno recibir alrededor de $16.000 anualmente en terapias extras y materiales. Incluso puede proporcionar cuidadores para los niños cuando María necesite hacer mandados, o cuando simplemente necesite un descanso.
El hijo de María aparece en la pantalla, un niño firme, sonriente, con lentes, tocando enérgicamente las cuerdas del banjo de un creador amable de música en el parque. «¡Eso es suficiente, deberías bailar!» La voz de María dice con paciencia. El baila. Lo disfruta. María sueña con que unos de los servicios extras para sus niños sea Terapia musical.
Crystal, la hija de María, se acurrucó en la silla adicional; envolviendo y desenvolviendo con cuidado un pañuelo alrededor de una porta vela que funciona por baterías. Pienso en mi propio niño de edad preescolar, quien rebota por los cuartos como una banda elástica con mucha energía a causa del azúcar; y comento que ella es la niña de cuatro años mejor comportada que jamás he conocido. Crystal brilla y María sonríe, «Ella está acostumbrada a las citas.» Claro, me doy cuenta, esta niña debe de pasar media vida visitando a los doctores, trabajadores sociales, empleados públicos y personas así.
América, la hija mayor de María, está cuidando a los niños esta mañana durante nuestra reunión. María dice, «Nunca quiero que ninguno de mis niños se sientan excluidos, ni que sientan que yo amo más a los niños que a mis niñas. Les digo a ellas, ‘Niñas, los amo a todos igualmente, pero Santi y Aarón necesitan mucha atención. Necesitan toda nuestra ayuda.’ Lo he hecho un esfuerzo en equipo para ayudarlos.» Una estrategia ingenia para padres, pienso yo. Debería tomar notas.
Ella brilla con orgullo mientras explica cuanto los gemelos han aprendido en los últimos dos años. Uno de ellos agarró un cuchillo de cocina una vez, sin entender el peligro, y apuñaló a María en las costillas. «Solamente fue la punta», me asegura. Solía pasar todo el día persiguiéndolos, enseñándoles a medida que surgían las cosas, pero el trabajo ha dado frutos y ahora entienden que el jabón no es algo para comer, y que los cuchillos no son juguetes»
Otra vez, pienso en mis propios hijos. Perseguir a los niños pequeños puede ser bastante frustrante y agotador, pero a los niños de las edades de 6, 7, y 8? María nunca lo describe así. Quizás ella nació con toda esa paciencia y ese amor, y tal vez fue formada a causa de la necesidad de cuidar a sus niños.
María siempre llega tranquila, con papeles organizados en una carpeta de color rosa brillante y morado, con su cabello siempre cuidadosamente arreglado en trenzas enmarcando su cara. Tengo un respeto infinito por esta mujer. No solamente tiene todos los deberes regulares de una mujer que se queda en casa, dos de sus cuatro niños tienen necesidades especiales. Eso produce otro trabajo de tiempo completo buscando apoyo para ellos. («No soy eterna,» ella menciona. «Quiero que tengan la independencia.») Añada a eso el hecho que los funcionarios claves para servicios de este país tratan principalmente en inglés, mientras que ella solo habla español, y ya tienes una gran mujer con tenacidad.
Si no fuera por la barrera del idioma, tal vez ella no necesitaría mi ayuda para nada. Egoístamente, estoy contenta de que la necesite. Siempre disfruto nuestras reuniones. Siempre aprendo de ella.
Mientras cerramos nuestra visita, me dice, «He querido preguntarle, ¿Debería decirle tú o usted? Decimos usted a la gente mayor como signo de respeto, y a veces usted se me hace tan joven.» Me lo tomo como un cumplido.
«No me malinterprete, tengo la misma cantidad de respeto por cada persona.» Ella continúa, «Pero usted también hace una separación. Tengo amigas mayores que siempre dicen, ‘Usted me hace sentir vieja. No me separes. Tráteme de tú.’ ¿Entonces….cómo quiere que le diga?»
No sé si sea un “momento” para ella, pero a mí me parece sagrado de una manera. Ella ha compartido mucho sobre sus niños durante los últimos tres meses, y ahora me invita a ser parte de su grupo de amigos, incluyéndome en su círculo de tú. «Sí,» dije con entusiasmo en acuerdo, «¡Entre nosotras, será tú!»
LAS ÚLTIMAS NOTICIAS DE LA HISTORIA:
El programa de exoneración de pago de Medicaid ahora provee dos terapeutas para Santi y Aarón. A los niños les encantan sus terapeutas con los cuales se reúnen cada semana para terapias conductuales y musicales.